domingo, 9 de noviembre de 2014

Tchaikovsky-Davydov by An

Patética

por An Sanchéz

“…se me ha ocurrido la idea de otra sinfonía, esta vez con un programa, pero con un programa que será un enigma para todo el mundo: ¡que lo adivinen!”.

La confesión brota de la pluma de Piotr Ilyich Tchaikovsky y hace referencia a su Sinfonía nº 6 en si menor, Op. 74, la cual -con los años- cobraría popularidad bajo el nombre sugerido al artista por Modest, su hermano menor: “Patética”.
No obstante los esfuerzos de su autor, el enigma encerrado en La Sexta Sinfonía logró -en parte- ser develado; la inspiración para tan monumental partitura partió del hombre a quien, una vez finalizada, volvería en forma de dedicatoria: Vladimir “Bob” Davydov, sobrino, protegido, confidente y amante del compositor. A él iba dirigida la carta que contenía la gozosa anticipación de una obra que resumía, para Tchaikovsky, su perenne capacidad como compositor y la celebración del gran amor de sus últimos tres años de vida. 
Tchaikovsky fue, desde sus inicios, el fruto de dos grandes contradicciones: la misma sensibilidad que abrió, a golpe de sinfonías y ballets, las puertas de Occidente a Rusia por primera vez en la historia, se doblegaba ante el estigma angustioso de su “vicio”, como él mismo solía definirlo.
El mismo “vicio” que profesaba sin culpa alguna su hermano Modest, bastión imperecedero del artista, pero al cual este se veía incapaz de imitar. "¿Qué puedo hacer para ser normal?”, era un  interrogante que el virtuoso plasmaba frecuentemente en sus diarios personales.
El siglo XIX ruso exigía de los homosexuales, si no represión, al menos discreción. En ese contexto era posible mantener relaciones con miembros del mismo género, situación que, por otro lado, se sucedía con normalidad dentro de ambientes exclusivos como el de la Escuela de Jurisprudencia de San Petersburgo o el Conservatorio de Moscú, en los que Tchaikovsky se formó y donde tuvo sus primeros encuentros amorosos.

El compositor tenía un atractivo innegable, y su lista de amantes incluyó poetas, músicos, funcionarios y alumnos. Sin embargo, acosado por la angustia que le provocaba saberse ocasión de vergüenza para quienes formaban su círculo íntimo, decidió probar con la más antigua de las fórmulas: el matrimonio. La elegida fue una antigua discípula, Antonina Miliukova, de la cual había recibido numerosas misivas declarándole su amor…y responsabilizándole por su muerte en caso de no aceptarla como esposa. El ultimátum lo decidió; “busco matrimonio o algún tipo de compromiso público con una mujer, a fin de cerrar la boca de las criaturas despreciables…”, expresaba a su hermano en una carta. Y así lo hizo.
Los resultados fueron desastrosos. El matrimonio no llegó a consumarse, y unas semanas más tarde Tchaikovsky abandonaba a su esposa, tras dos intentos fallidos de suicidio y un deterioro mental del que apenas se recobraría.
Tras este episodio, todo fue cuesta abajo.
El artista perdió el apoyo de su mecenas, la viuda Nadezhda von Meck, mientras en toda Rusia comenzaban a alzarse las voces que tildaban a su música de “superficial” y “vulgar”. Tchaikovsky dudaba de su aptitud como compositor, y la incapacidad para luchar contra su inclinación sexual lo frustraba hasta la depresión más absoluta.
Fue en aquél entonces, alrededor de 1890, cuando reapareció en su vida Davydov, el hijo pequeño de su hermana Alexandra. El joven demostraba tener cierta inclinación por la música, y su tío, dichoso de tener junto a sí a quien valorara sus conocimientos, volcó en él toda su atención.

Con el calendario por testigo, su vínculo fue templándose al calor de obligadas distancias y esporádicos encuentros; mientras el maestro alimentaba con sus partituras el valioso nexo entablado con Occidente, el discípulo sembraba su futuro en las prestigiosas academias rusas.
Y como enlace durante esas noches en blanco, las intensas cartas que el compositor dedicaba a su amado, en las que se reflejan el apasionamiento que embargaba a un Tchaikovsky treinta y un años más joven.

Nueva York
02 de mayo, 1891
Aproximadamente una semana después de que recibas esta carta ya estaré contigo!!! Esto parece una felicidad imposible e inalcanzable! Trato de pensar en ello lo menos posible, para tener la fuerza suficiente de sobrellevar estos últimos días insufribles.
P. Tchaikovsky
PD: En sólo una semana!!!

Ciudad de Klin - Distrito de Moscú
25 de junio, 1891
Bob!
…creo que sería más simple establecerse en Petersburgo para siempre. La sola posibilidad de verte más seguido es vitalmente importante para mí. Me encantaría saber lo que estás haciendo. Escribe al menos unas pocas palabras. . .

Ciudad de Klin - Distrito de Moscú
22 de julio, 1891
Definitivamente voy a viajar a Kamenka, por tu carta siento que te gustaría que lo hiciera, y yo también tengo grandes deseos de verte…
Te abrazo, mi ídolo!
P. T.

París
12 a 24 de enero, 1892
A menudo pienso en ti y te veo en mis sueños, por lo general pareces triste y deprimido. Esto ha añadido un sentimiento de compasión a mi amor por ti, y hace que te ame aún más. ¡Oh Dios! Cómo deseo verte en este mismo instante.
Te abrazo con loca ternura.
Tuyo,
P. Tchaikovsky

Ciudad de Klin - Distrito de Moscú 
12 de agosto, 1892
Mi querido Golubchik!
Acabo de recibir tu carta, y estoy terriblemente contento de oír que te encuentras feliz. ¿Puede ser que una de mis cartas se haya perdido? No escribo muy a menudo, pero te aseguro que lo hice. Deseo con toda mi alma reunirme contigo, y pienso en ello todo el tiempo.
Te abrazo hasta la asfixia!!!
P. T.

Distrito de Moscú 
14 de agosto, 1892
Acabo de recibir las fotografías de París de Yurgenson y le he pedido que te envíe cuatro de ellas. Estaba tan contento de ver esas hermosas imágenes que casi me puse a llorar en su presencia. Esto prueba que destruir por completo todos los otros sentimientos y pensamientos fue lo correcto, y que tenía que ser este pequeño incidente lo que me hiciera sentir de nuevo cómo es de fuerte mi amor por ti . . .  ¡Oh Dios! Cómo quiero verte.
Te abrazo,
P. Tchaikovsky

Berlín
16 a 28 de diciembre, 1892
…imagino que estarás sentado en tu cuarto, perfumado casi hasta el exceso y trabajando en tus ejercicios universitarios. Cómo me gustaría estar en esa querida habitación!
Te abrazo,
P. Tchaikovsky
PD: Si tan sólo pudiera dar paso a mi secreto deseo, dejaría todo y volvería a casa para estar contigo.

Ciudad de Klin - Distrito de Moscú 
11 de febrero, 1893
Si no quieres escribir, escupe en un papel, ponlo en un sobre y envíamelo.
No te interesas por mí en lo absoluto.
Dios te perdone -todo lo que quería era unas pocas palabras de ti.
Tuyo,
P. Tchaikovsky

Londres
17 a 29 de mayo, 1893
Te escribo con voluptuoso placer. La idea de que este trabajo pronto estará en tus manos me llena de alegría, y trae lágrimas a mis ojos.  

Ciudad de Klin - Distrito de Moscú   
02 o 03 de agosto, 1893
A finales de agosto tendré que ir al extranjero durante una semana. Si tuviera seguridad de que todavía estarás en Verbovka para septiembre, me encantaría ir a principios de mes. Pero no sé nada de ti.
Te abrazo con todo mi amor,
P. Tchaikovsky

La obra que desvelaba a Tchaikovsky plantea, aún hoy, numerosos conflictos en relación a su interpretación. Son muchos los que han querido ver reflejada, a través de sus notas, la propia existencia del eximio compositor ruso, mientras que otros han tachado esta lectura de “simplista”, argumentando que con ella se subestima el mensaje universal de su obra.
Controversias aparte, la crítica especializada ha hecho las paces en lo atinente al significado de los cuatro movimientos que dan vida a La Sexta Sinfonía, a través de los cuales se plantea la lucha denodada entre la Existencia y la Nada. El epílogo, con su llanto de timbales, violonchelos, violas y tubas, desnuda la victoria de la Muerte y, por ende, de una Nada que devora a la Existencia, cuya naturaleza se revela fugaz, efímera.
Finalmente, el 28 de octubre de 1893, la apasionada lucha existencial de Tchaikovsky vería la luz, y tendría su bautismo de fuego en la ciudad de San Petersburgo, adonde el compositor se había mudado con el sólo objeto de permanecer más cerca de Vladimir. La recepción del público y la crítica, reacios a la figura del otrora niño mimado de las artes, osciló entre el disgusto y la indiferencia. “Su hijo musical más amado”, como el propio Tchaikovsky la definiera, resultó inentendible para sus contemporáneos.
Pero algo parecía haber cambiado en Ilyich Tchaikovsky; el rechazo de la que era, a sus ojos, la obra cumbre de su producción, no implicó un revés emocional significativo para el autor. Por el contrario, el otoño moscovita le sorprendió planeando mudarse a un departamento en San Petersburgo, en compañía de su hermano y Vladimir.
"La importancia de Bob en mi vida crece permanentemente.... Verlo, oírlo y sentirlo junto a mí pronto se convertirá, al parecer, en la condición primordial para mi felicidad”, confesaba Tchaikovsky a su hermano en una de sus últimas cartas.
Una cierta aceptación de sí mismo y de sus deseos aparentaba haber aplacado, por fin, los tormentos que supieron acosarlo durante toda su vida.
Pero una carta iba a cambiar dramáticamente el curso de la historia.
En noviembre de ese mismo año, el duque Stenbok-Fermor escribió al zar Alejandro III quejándose enérgicamente por la seducción que el compositor había desplegado para con uno de sus nobles sobrinos. La misiva fue entregada a un funcionario del zar, de apellido Jacobi, quien debía hacérsela llegar al soberano. Pero esto nunca sucedería.
Alarmado por la posibilidad de que la situación tomara estado público y ventilara conductas similares de otros miembros de la alta sociedad rusa, Jacobi reunió urgentemente a los miembros del tribunal de honor de la Escuela de Jurisprudencia de San Petersburgo y, luego de plantearles la situación, requirió su veredicto. La decisión fue unánime: para evitar la vergüenza y el destierro a Siberia, el acusado no tenía más opción que la muerte.
Esa misma noche, Jacobi citó a Tchaikovsky en su departamento y le comunicó lo resuelto por sus antiguos compañeros de estudio. Años después, la viuda de Jacobi confesaría a Alexander Voitov, discípulo e historiador de la Escuela de San Petersburgo, haber sido testigo de aquella cita, que finalizó con el artista abandonando el recinto cinco horas más tarde, pálido y tembloroso.
El 1 de noviembre, al culminar una brillante noche que incluyó teatro y cena en compañía de Bob, Tchaikovsky bebió, de forma tan inesperada como decidida, un vaso de agua sin hervir. Al día siguiente cayó enfermo, y el 6 de noviembre de 1893 Rusia despertaba con la noticia de su muerte.
Muchas versiones hablaron de arsénico, y otras –más débiles- abogaron por la idea de un simple descuido. Por su parte, la historia oficial difundió que el artista había perecido a raíz del cólera que asolaba las tierras moscovitas, pero resulta difícil entender porqué, entonces, no se selló el departamento habitado por Tchaikovsky durante su agonía, y porqué se permitió, a las más de sesenta mil personas que acudieron a despedirlo en su funeral de estado, besar la mano de quien había fallecido por una enfermedad altamente contagiosa.
Veintiún días después de la desaparición de su creador, “Patética” volvió a ejecutarse en un concierto conmemorativo bajo la batuta de Eduard Nápravník, obteniendo esta vez, sí, el reconocimiento que Tchaikovsky no había podido disfrutar en vida.
Para aquéllos que insistían en ver un presagio funesto en las partituras de la Sexta Sinfonía, una suerte de designio condenatorio para una existencia destinada a no realizarse felizmente, aquel tardío reconocimiento fue la última prueba que necesitaban. La Existencia de Tchaikovsky, en una lucha sin cuartel contra la Nada, había saboreado las mieles de la victoria durante unos años, aunando las caricias de su mejor creación musical y su más pura conquista amorosa. Pero, al igual que en el último movimiento sinfónico, la Muerte había surgido para arrebatarle sus efímeros oropeles y entregar la victoria definitiva a la Nada.
Pero aún quedaba algo por contar. Un pasaje no previsto de la historia, un movimiento no imaginado por el gran maestro clásico.
La muerte de Tchaikovsky significó mucho para gran cantidad de personas, pero para nadie tanto como para Vladimir.  
El joven permaneció ininterrumpidamente junto al lecho de muerte de Piotr, quebrándose mental y espiritualmente tras su pérdida; abandonó los estudios de música y composición que su tío le alentara a seguir desde sus primeros encuentros, se desentendió del éxito personal y profesional, y perdió interés en todo aquello que no fuera el proyecto destinado a erigir el Museo Tchaikovsky en la ciudad de origen del compositor, Klin.
Concretada la meta, Vladimir – designado único heredero de los derechos sobre las obras musicales de su tío, por expreso deseo de este – se retiró a la imponente residencia, depositaria de la obra y vida del maestro, manteniéndose como fiel curador de su herencia durante los siguientes trece años.

Corría el año 1906, y Bob era la sombra del joven que había enloquecido a Tchaikovsky; las migrañas, el abuso de la morfina y otras drogas, sumado al revés insuperable que había supuesto la muerte de Piotr, derivaron en una nueva victoria de la Nada sobre la Existencia. El 27 de diciembre, con tan sólo treinta y cinco años, Vladimir Davydov ponía con un disparo el verdadero punto final a la apasionada Sexta Sinfonía de Tchaikovsky.


7 comentarios:

  1. Una verdadera joya por quien quiere la música y es acostumbrado a contexualizar lo que escucha. Relato potente y tierno al mismo tiempo. Llena uno espacio que hacìa falta en esto blog. Feliz de leer y disfrutar de esto trabajo de busqueda hecho para An.

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  2. Un nuevo y hermoso espacio para disfrutar y aprender mucho!! Estoy totalmente segura que amores así existen y hay mucho pero muchos mas que se irán develando aquí ...Gracias!!

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  3. Feliz por el nuevo espacio!!! An tu pluma y tu conocimiento es una sinergia de gran excelencia!!! Gracias por este bello regalo!!!

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  4. wow. me considero una ignorante en este tema. gracias por brindarme otro amor asi , grande, único, inexplicable...ya mismo hurgare en ellos. An, que lastima que el tinte nostálgico sea la resolución de esta historia, lastimosamente ni lo vivido ni el trascurso de los años nos han enseñado a los seres humanos que la verdadera felicidad esta en el ser genuino. bellisimo , gracias.

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  5. Extraordinario trabajo An. Como profesora de música te lo agradezco. Y sí, en la historia y en la mitología hubieron muchos amores así y de almas gemelas someticos a los prejuicios de cada época. Feliciraciones.

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  6. Siempre me ha gustado la música de Tchaikosky, muy interesante trabajo, fue
    muy triste la relación de tío y sobrino dado que los dos eran muy temperamentales

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